En el siglo XIX Lord Acton pronunció su famosa frase sobre el poder: "El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente". El poder en tanto concepto y realidad, ha sido el fetiche de gran parte de la teoría sobre la política, y particularmente respecto del ente poderoso por antonomasia: El Estado.
Pero dichas disquisiciones serían fútiles si no tuviesen un correlato en la realidad. Y eso es lo que ocurre con el Estado en Viña del Mar: un caudillaje feroz, con gran apoyo popular, y una cuota de asistencialismo, permitieron a Virginia Reginato transformar el municipio viñamarino en su pequeña Monarquía. ¿O cómo entender la frase que lanzo: "Quiero morir siendo la alcaldesa de Viña del Mar"?
No basta desde la ética pública, afirmar que la deuda adquirida por distintas irregularidades, está por ser saldada. La exigencia de probidad es anterior ¿O acaso, cada vez que se cometan irregularidades en el Estado será suficiente con arreglar el problema a posteriori? Es como tomar dinero ajeno y señalar "si después lo devuelvo", como si la falta.
A nuestros servidores públicos debemos exigirles más.
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