Para cualquier observador informado, es innegable el enorme desarrollo que Chile ha logrado impulsar en las últimas décadas.
En los últimos treinta y cinco años, Chile ha pasado de ser uno de los países más pobres de la región a encabezar los diversos índices de progreso social, entendido como "la capacidad de solución para los problemas humanos"
El rasgo principal del pensamiento autoritario de izquierda y derecha se basa precisamente en eso, en creer que se lleva la verdad revelada bajo el brazo, que la inmensa mayoría está equivocada y no discierne, y que uno es el redentor de esa masa adormecida, anestesiada o estúpida que hay que guiar.
El nombre más correcto del informe del PNUD, es 'Más prósperos y más iguales'. Si se toma la tendencia de largo plazo, se constata que tanto la movilidad social como la igualdad de ingresos han crecido sostenidamente.
Si bien es un hecho indiscutible que aún falta mucho para alcanzar los niveles del promedio de la OCDE en varias materias, también es una verdad innegable que Chile ha tenido avances considerables en progreso y bienestar.
La pobreza es grave y la peor es las injusticias, pero eso no es desigualdad, es injusticia.
Mejor será que los que no quieren populismo se pongan las pilas de cara a la próxima elección presidencial y dejen de pensar que ya está ganada.
Lo cierto es que las dirigencias más visibles del Frente Amplio, aunque renieguen, son miembros de la élite y hacen uso de esa condición al mismo tiempo que se quejan de los privilegios.
He querido compartir esta vivencia ecuatoriana por una razón muy simple, que bien la ha resumido el historiador británico Niall Ferguson en una conferencia para The Reith Lectures, de BBC: “Me gustaría preguntar hasta qué punto es posible que prospere una nación verdaderamente libre en ausencia de una sociedad civil dinámica”.
Con la muerte de Kohl desaparece el principal arquitecto de la Europa actual.
Las ideas del Frente Amplio no tienen nada de nuevas y revolucionarias, como nos quieren hacer creer; más bien son las viejas políticas fracasadas del siglo XX que, por lo demás, fueron las causantes de las guerras, masacres y miserias más grandes de nuestro tiempo. Son el conocido camino al socialismo.
La infamia del totalitarismo, del poder estatal sobredimensionado, no debe ser olvidada jamás.
Beatriz Sánchez o Mayol demostraron en su debate televisivo que no entienden que las necesidades son ilimitadas y los recursos escasos.
Es un error creer que para los votantes su propio bienestar material ya no es importante y que están listos para entregarse a fines más nobles, alejados del materialismo, como la consecución de utopías de igualdad.
La paradoja de estos proyectos es que sus impulsores manifiestan que sus planes proponen lograr la libertad y la democracia.
La responsabilidad no es solo cumplir la ley o pretender, retóricamente al fin y al cabo, ir más allá de ella para satisfacer a la masa o la propia vanagloria personal. También se requiere algo esencial, el temple para poder decir: aquí me detengo.
Más allá de las generalidades y los clichés en boga sobre el votante populista existe una realidad concreta mucho más compleja que sólo puede ser captada mediante estudios pormenorizados y actualizados.
En momentos en que Chile entra en la pendiente sin fondo del populismo, rescatar a Friedman no es un gusto académico, sino una necesidad.
Cuando Beatriz Sánchez dice que el Estado debería hacer esto o aquello, significa que, de forma arbitraria y según sus […]
En su cuenta 2017, Bachelet tocó todas sus teclas con el fin de motivar a la Nueva Mayoría.
«El progreso no es una bendición ininterrumpida.
A menudo viene con sacrificios y luchas.»