El espíritu del 5 de octubre
El 5 de octubre de 1988 significó el triunfo de la democracia, incluso mucho antes de que se dieran a […]
Publicado en Perú 21, 11.07.2023Ha publicado una decena de libros y ha fundado el think tank Fundación para el Progreso. Su nombre completo es Axel Kaiser Barents-Von Hohenhagen, es abogado y llega por los 50 años de Adex.
Su libro La fatal ignorancia (2009) critica a la derecha que se dejó ganar la batalla discursiva.
Sí, es la desidia intelectual de la derecha y su desprecio por el mundo de las ideas y todo lo intelectual. Como la derecha abandona el combate por los conceptos, palabras y narrativas, lo toma la izquierda. La derecha obvia el conjunto de valores y creencias que dominan una sociedad. Y por eso la izquierda termina influyendo más la mente y los corazones de las personas. Los seres humanos no solo vivimos del pan, de los negocios y de lo práctico. También necesitamos relatos, fuentes de sentido, arte y literatura. Todo lo que le da sentido a nuestras vidas. Al perder la batalla de las ideas, la derecha pierde la batalla política.
Parafraseando la frase, acá en Perú la historia la escribieron quienes perdieron la batalla.
Uno no puede dejar que el adversario derrotado cuente la historia de lo que fue esa guerra. Van a terminar convenciendo a la gente de que los buenos eran los malos y que los malos eran los buenos. Eso es lo que pasó en Perú. Es muy peligroso olvidar la historia porque como dice la frase, el país está condenado a repetirla. También es así en el caso de Chile.
«Hay un búmeran que se está desplazando hacia la derecha. El búmeran hacia la izquierda se movió durante dos décadas. Los chilenos se dieron cuenta de que los habían engañado, de que la propuesta de la Convención Constituyente que controlaba la izquierda era chavista y totalitaria, de que son incapaces de gobernar, y que además son unos corruptos».
¿Cómo es la particularidad chilena?
La izquierda maneja completamente la narrativa, aunque cada vez menos. Hemos hecho un trabajo muy persistente y se está desfondando el proyecto de Boric. Este año se conmemoran los 50 años del golpe de Pinochet. Nadie reflexiona sobre cómo la izquierda destrozó la democracia y no dejó alternativas al país. El gobierno militar recompuso la economía y restauró la democracia, aunque lamentablemente cometió crímenes inexcusables. Pero nadie habla de cómo el gobierno militar fue el resultado de que la izquierda cometió crímenes, avaló el terrorismo, quiso instaurar una dictadura totalitaria y se alió con la URSS y Cuba. Eso no se cuenta. Y cómo la izquierda ganó esa batalla, logró capitalizar mucho momentum político a su favor durante décadas. Y el clímax terminó siendo el gobierno de Gabriel Boric, con la izquierda extrema y el partido comunista.
La gente ha sancionado a la izquierda extrema y ahora la Constitución la va a escribir la derecha.
Hay un búmeran que se está desplazando hacia la derecha. El búmeran hacia la izquierda se movió durante dos décadas. Los chilenos se dieron cuenta de que los habían engañado, de que la propuesta de la Convención Constituyente que controlaba la izquierda era chavista y totalitaria, de que son incapaces de gobernar, y que además son unos corruptos. Llegaron a robar. Y creo que ya no tienen piso políticamente.
¿Qué candidato despertaba su esperanza, José Antonio Kast?
Voté por Kast en la última elección. Y voté por Sebastián Piñera cuando fue candidato por segunda vez, pero nunca tuve mucha esperanza de que pudiera resolver los problemas de Chile. Creo que Kast tiene más posibilidades de hacerlo, porque es más determinado y claro en sus principios. Y porque el clima político ha cambiado hacia la derecha. Pero creo que si no hay un consenso que vaya desde la centro-izquierda democrática hasta la derecha de Kast, el país no va a salir adelante, porque hay muchas reformas profundas que son necesarias para resolver la delincuencia, la economía en recesión y el desempleo. Tengo muy poca fe en que los presidentes por sí solos puedan arreglar los países.
Ha criticado el régimen de Pinochet. Algunos tenían otra idea de usted porque cuando le preguntó a Mario Vargas Llosa cuáles dictaduras eran peores él le dijo «esa pregunta yo no te la acepto».
Creo que Mario me contestó una tontería en ese momento. Supongo que se ofuscó por la pregunta. Pero nadie puede razonablemente decir que todas las dictaduras son igual de malas. Hay declaraciones de Felipe González, en las que el expresidente socialista dice que en la dictadura de Maduro se han violado más derechos humanos que en la de Pinochet. Eso no justifica que se hayan violado en la de Pinochet, por supuesto que no. Pero si no nos importara cuántos derechos se violan y pusiéramos a todos por igual, eso significaría que no nos importan los derechos humanos. Tiene que haber una escala. Ahora, el ideal no existe ni siquiera en las democracias. Sería ridículo equiparar a todas las dictaduras. Sería decir que Hitler fue igual que Gorbachov, o que Mao fue igual que Deng Xiaoping. Eso es absurdo. Hay graduaciones. Hay males mayores y menores, ese era mi punto.
¿Qué le parece Javier Milei en Argentina?
El viernes estaré conversando con Milei acá en Chile. Creo que ha hecho una contribución enorme para cambiar el eje del debate en la Argentina, más allá de que haya gente a la que no le gusta su estilo.
¿Le ha seguido la pista a algunos políticos peruanos, para bien o para mal?
Me gusta mucho el carácter, el coraje y la determinación de Adriana Tudela. Tiene un muy buen futuro, ojalá proyectable como presidenta de la República. Me recuerda mucho a Cayetana Álvarez de Toledo o a Isabel Díaz Ayuso en España. Se necesita mucho ese coraje en la política de centro-derecha de América Latina. Siempre sorprende que en el Perú los presidentes caigan y terminen en la cárcel. Debe ser un Record Guinness. No es lo ideal, tal vez haya un problema de diseño que habría que revisar. Sin embargo, tal vez sea mejor eso que tener caudillos que se eternicen en el poder y arruinen el país.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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