El espíritu del 5 de octubre
El 5 de octubre de 1988 significó el triunfo de la democracia, incluso mucho antes de que se dieran a […]
Publicado en La Segunda 28.09.2022Resulta que ahora pululan los arrepentidos de haber votado por Boric. Yo no sé qué esperaban de él. Su compañero de piscolas, hoy disfrazado de embajador en España, anda opinando impertinentemente de política chilena en foros públicos, y cuando una periodista chilena le pregunta al Presidente por esa evidente desubicación, se enoja como un niño picado. Ni me quiero imaginar a las odiosas pseudofeministas si Piñera siquiera se hubiese acercado, en lo más mínimo, a ese tono o a ese ceño fruncido. Una simple performance trumpista. Además, es una nueva demostración de lo falsa de su comprensiva-alegre-empática-cariñosa-solidaria-simpatía. Yo no sé cómo podían creer en esa simpatía luego de averiguar lo más mínimo sobre sus andanzas estudiantiles o de la cizaña sembrada en el país y su alrededor. Piñera también tiene perros en su casa, ¿por qué no se emocionan harto también?
Boric, más allá de sus zapatos rotos, denigra la institución presidencial al postear mensajes sobre la subordinación que deben los militares sin que nadie le pregunte. Y ahora —de nuevo— se autoproclamó «un adelantado». Es segunda vez que lo dice. Quizás la próxima semana nos notifica que es un genio. Siempre me pregunté cómo sería vivir en la época de Leonardo da Vinci.
"Miles de comentaristas celebran y alaban lo magnánimo de Boric al firmar el acuerdo del 15 de noviembre. ¿Un gesto magnánimo de qué?"
Miles de comentaristas celebran y alaban lo magnánimo de Boric al firmar el acuerdo del 15 de noviembre. ¿Un gesto magnánimo de qué? ¿De perder qué? Nada. «Fue llevado al tribunal supremo de su partido», dicen. ¿Qué partido, si el partido era él y nada más? Era mucho peor quedar fuera del acuerdo que adentro. RD ya estaba dentro y si no firmaba se habría quedado solo. Eso de su «republicanismo y magnanimidad» es un mito, una fabricación. Hasta el simplismo del Rojo Edwards es más republicano; al menos no anda gritoneado a los militares en la cara. Y esa supuesta humildad para conversar y escuchar al otro es otro palabrerío que se contradice día a día con sus actos.
En México también abundan los arrepentidos por AMLO, el camarada de Boric en las retrógradas performances «antimperialistas». Tampoco entiendo qué esperaban los mexicanos. Como gobernador desfondó al DF para obtener votos y demostró ser un demagogo profesional. Hoy espanta la inversión, ataca a la prensa y destruye la naturaleza.
Estos últimos tres años nos inocularon forzadamente educación cívica a todos los chilenos. Podríamos presentarnos como expertos a cualquier Convención Constitucional, en cualquier país de habla castellana. Espero sirva para no volver a arrepentirnos, no al menos al nivel de los «académicos por Chávez», o «académicos por AMLO». Ya nos bastó con los «académicos por Boric», o el Apruebo.
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