Reino Unido versus Chile: avances en la agenda trans afirmativa
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Publicado en Agricultura 29.12.2023Corre el tiempo, vuela y va/ ligero, y no volverá. El 2023 fácilmente puede ser considerado como un año perdido para Chile. Sobran las evidencias que dan cuenta del estancamiento y retroceso que ha sufrido nuestro país en el último año, confirmando la tendencia de «década perdida» que bien podría establecerse entre el 2013 hasta este año que despedimos.
Fue un año perdido en materia política. Nuevamente, las energías fueron depositadas en un proceso constitucional que fue rechazado por el hastío y desgaste de la ciudadanía en esta materia. ¿Culpables del fracaso? Muchos ¿Causas del revés constitucional? Variadas.
Por esta razón, quien pretenda ofrecer un análisis posplebiscitario que solo tenga reproches para el resto es a todas luces deshonesto. En estos casos, el olvido temporal parece ser la mejor solución para hacer frente a los desafíos electorales que se avecinan para el 2024.
También fue un año perdido en materia de seguridad, coronado trágicamente por las balaceras en ferias navideñas que dejaron dos muertos y unos cuantos heridos. «Uno esperaría que durante la Navidad no tuviéramos ni balaceras ni asesinatos» nos dijo Camila Vallejo. ¿Ingenuidad, estupidez, maldad? Todavía no puedo saber qué motivó a la ministra para decir semejantes palabras.
«Ante esta situación, parece poco realista seguir depositando esperanzas en que el actual Gobierno logre implementar cambios significativos para mejorar nuestro país, dada la falta de avances sustanciales en sus dos años de gestión».
Lo cierto es que el imperio de la ley no se aplica con buenos deseos, se debe hacer realidad día a día por medio de nuestras instituciones. Estas insólitas palabras de Vallejo demuestran una vez más que debemos juzgar a nuestros políticos no por sus intenciones, sino por sus resultados. Y los resultados de este Gobierno en materia de seguridad siguen dejando mucho que desear.
El Global Organized Crime Index de 2023 da cuenta de cómo nuestro país se ha vuelto cada vez más atractivo para el crimen organizado internacional y de cómo, a la vez, el deterioro institucional nos hace cada vez menos resilientes ante este flagelo. Por su parte, el Global Terrorism Index de 2023 evidencia que Chile se encuentra entre los primeros 20 países más afectados por el terrorismo en el mundo y con una tendencia al alza que es la excepción en nuestra región.
En cuanto a la economía, solo el Gobierno y el oficialismo parecen sacar cuentas alegres gracias a un ranking de The Economist que nos ubica en un sorprendente séptimo lugar entre las economías de la OECD en 2023. Sin embargo, esta clasificación contrasta fuertemente con la realidad percibida por los ciudadanos y por lo que evidencian las cifras como bien lo demostró Bastián Romero en una reciente columna: Para The Economist, Chile habría crecido un 0,5% pero esto fue desmentido luego por un reporte del Banco Central que indica un crecimiento del 0%. Además, enfrentamos una inflación interanual del 4,8%, una cifra elevada dada nuestra reciente historia de altas tasas de inflación. En el mercado laboral seguimos un 21% por debajo de los niveles prepandemia y precrisis social.
La recuperación del empleo solo se ve sector público, como es costumbre de los gobiernos socialistas. Este panorama sugiere una economía estancada, y aunque el ranking de The Economist nos sitúe bien, no refleja la realidad que viven muchos chilenos. Lo anteriormente señalado son solo muestras de un año perdido: la corrupción en las municipalidades, la tragedia que vivimos en educación y la crisis en salud también dan cuenta de que el Gobierno ha perdido un año entero en solucionar estos y muchos otros problemas.
Estos aspectos, sumados a los problemas políticos, de seguridad y económicos, reflejan un panorama desalentador para el país. Ante esta situación, parece poco realista seguir depositando esperanzas en que el actual Gobierno logre implementar cambios significativos para mejorar nuestro país, dada la falta de avances sustanciales en sus dos años de gestión. Sin embargo, el 2024 abre un nuevo escenario político, uno que podría marcar el inicio de maniobras para desplazar al Frente Amplio y al Partido Comunista del poder.
Para ello, la derecha debe concentrar sus esfuerzos en los territorios, buscando ofrecer unas elecciones municipales históricas que puedan allanar el camino hacia un presidente de orientación opuesta a la actual. Este enfoque estratégico podría ser clave para reorientar el rumbo del país hacia un futuro más promisorio.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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