Hay dos motivos que conspiran con esto: (1) un espíritu clasista que considera intolerable el arribismo de la clase media y aspira a tener la misma influencia que tuvo con los sectores marginados de la sociedad y (2) una clase política que aspira a que la gente dependa de la política cuya actitud de la clase media le incomoda, dado que no necesita del Estado más que en un rol subsidiario, que no es más que pedirle el dinero a los políticos y ejecutar dicho gasto por su propia cuenta, el peor de los mundos de 'apolítica clientelista.
.
.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.