Octubrismo, delincuencia, corrupción y desigualdad
Aunque han pasado cinco años, encontrar las causas del «Estallido» sigue siendo complejo. Sin reducir la importancia de factores culturales, […]
Publicado en El Mercurio de Calama, 20.02.2018La migración es el gran fenómeno político del momento. Como buenos chilenos, la ola nos está reventando en la cara, mientras intentamos apaciguarla con una ley de 1975. Pero como pocas veces ocurre, no solo Chile se encuentra atrasado en la materia, sino que Occidente se ha visto inmerso en un fenómeno que no ha sabido domar.
La inmovilidad, la pasividad en este ámbito, ha sido fatal. El surgimiento de movimientos extremistas ha sido consecuencia de aquello. Fronteras cerradas o fronteras abiertas parecen ser las únicas opciones que se avizoran. La irresponsabilidad es el sello de ambas posturas. En tiempos de política millenial, los grises no existen.
Occidente tiene la titánica tarea de abordar un conflicto desatado, con altura de miras, prudencia y respetando los derechos humanos. Conjugar libertad, progreso y tolerancia no será nada de fácil. Esperemos tener líderes que estén a la altura del conflicto.
Este será uno de los grandes desafíos del próximo gobierno, y de los que vendrán.
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