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Leer correctamente las elecciones Publicado en El Líbero, 11.05.2023

Leer correctamente las elecciones

imagen autor Autor: Juan Lagos

«Las elecciones pasan y lo que importa al final, el que triunfa realmente, es el que lee correctamente las elecciones, no al que le va bien una vez». Muchos han interpretado estas palabras de Carolina Tohá como un consuelo ante los resultados de las elecciones del 7 de mayo y tienen razón. Sin embargo, esta declaración también puede explicar la causa del nuevo fracaso electoral que golpea duramente al Gobierno y a parte de la centroderecha: no haber leído correctamente los resultados del Plebiscito Nacional del 4 de septiembre de 2022.

Luego de dicho plebiscito, el Gobierno no hizo otra cosa que refugiarse en el Apruebo. Incorporó en su gabinete a Carolina Tohá —una de las voceras de la opción fracasada— y a Ana Lya Uriarte, la más fiel escudera de Michelle Bachelet —otra abanderada de la fallida propuesta de Constitución—. Aunque algunos vendieron esta movida como un retorno a los años de la Concertación, lo cierto es que apenas fue un resurgimiento de la Nueva Mayoría. El error del Gobierno fue pensar que era posible construir mayorías apelando a una fórmula electoral de 2013 en lugar de aprovechar la información que le brindaba un plebiscito de 2022.

«Junto con dimensionar este triunfo en su justa medida, los consejeros republicanos deben ejercer con ejemplaridad la función para la cual fueron elegidos: elaborar una propuesta de Constitución».

Por su parte, la centroderecha apostó por abandonar rápidamente el clivaje Apruebo/Rechazo y ofrecer en su reemplazo la división entre quienes querían un nuevo proceso constitucional y los que no. Los resultados electorales recientes son elocuentes en demostrar que dicha estrategia fracasó, aunque ahora nos quieran convencer de que fue un sacrificio patriótico. Primero, porque el 62%/38% conservó su vigencia. Segundo, porque el Partido Republicano fue capaz de interpretar de mejor manera al mundo del Rechazo.

Los números así lo demuestran: el Partido Republicano fue quien mejor leyó el resultado del 4 de septiembre de 2022. No obstante, eso no garantiza que serán capaces de hacer lo propio con su victoria del 7 de mayo de 2023.

Para leer correctamente su triunfo, primeramente, los republicanos deben reconocer la peculiar naturaleza de esta elección: no es normal que existan elecciones a senadores en todas las circunscripciones, dado que constitucionalmente el Senado se renueva por mitades y este cambio siempre va acompañado por otras elecciones (presidenciales, diputados, consejeros regionales) que disgregan la trascendencia de un triunfo puntual en la cámara alta. A su vez, la inexistencia de candidatos incumbentes le dio un peso a la marca del Partido Republicano que difícilmente se podrá repetir con la misma fuerza en las próximas citas electorales. Otro elemento a considerar es la corta duración del Consejo Constitucional (5 meses) y la desproporcionada inhabilidad que les espera a sus consejeros para postular a otras elecciones (8 años, aproximadamente). Todos estos elementos hacen que las elecciones municipales de octubre de 2024 sean bastante lejanas para la marea republicana.

Junto con dimensionar este triunfo en su justa medida, los consejeros republicanos deben ejercer con ejemplaridad la función para la cual fueron elegidos: elaborar una propuesta de Constitución. Es evidente que están en todo su derecho de proponer todas las normas que estimen convenientes de acuerdo con sus convicciones, pero eso no garantiza que serán aprobadas en el plebiscito de salida. Deben acompañar sus decisiones al interior del Consejo Constitucional con una fuerte campaña que permita modificar el actual estado de opinión en diversas materias constitucionales que no siempre es favorable al ideario de la derecha. Así, por ejemplo, si están en contra de la paridad o de los escaños reservados deben ofrecer a la ciudadanía argumentos que expliquen que dichas medidas atentan contra la igualdad ante la ley y la soberana decisión de los ciudadanos de votar por quien se les antoje.

Para conducir la tarea constitucional a buen puerto —es decir, a la aprobación en diciembre de un texto constitucional mejor al que tenemos— es urgente que los republicanos desprecien dos actitudes que no los llevarán a ninguna parte. Deben ser capaces de evitar tanto la arrogancia à la Stingo como la fobia al disenso de aquellos que quieren una «Constitución para todos» pero que nunca mencionan cuál es el contenido de dicha maravilla por temor a ser rechazados. Es hora de centrarnos en los contenidos de una buena Constitución, conscientes de que siempre existirá un grupo nada despreciable de la población que nunca estará conforme con una Carta Magna que limite el poder político y garantice las libertades ciudadanas porque buscan hacer una revolución totalitaria por medio de una Asamblea Constituyente.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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