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Lección de humildad Publicado en El Dínamo, 12.05.2020

Lección de humildad

imagen autor Autor: Juan Lagos

Mientras más alto [se cree que] se está, más dura resultan las caídas. Lo que podría haberse interpretado como una simple práctica mancomunada de ahorro terminó por convertirse en el actual problema de Revolución Democrática y todo por culpa de la penosa impronta con la cual irrumpieron en política hace ya un par de años. La pretendida superioridad moral con la que se presentan seguirá causando más problemas en la medida que los hechos terminen demostrando lo evidente: que no son mejores que los políticos de antaño.

Si desde un principio se hubiera transparentado esta estrategia de ahorro, la polémica actual carecería de sentido. Pero entregar la mitad de tu sueldo al partido para costear las futuras campañas electorales no tiene el mismo esplendor que solo decir “yo dono la mitad de mi sueldo”. Giorgio Jackson optó por el espectáculo en lugar de la verdad y se paseó por todos los medios de comunicación ostentando su forma de manejar sus ingresos. Quién se iba a imaginar que la destemplada interpelación de Eduardo Bonvallet en Vértigo serviría años después para mostrar la impostura del diputado.

Los proyectos y las ideas son mucho más importantes que las apariencias, las cuales, tarde o temprano están condenadas a ser puestas en cuestión.

¿Por qué adornar una realidad tan trivial como el financiamiento de la política con ropajes de magnanimidad y nobleza? Hay una mezcla de relato populista y problema generacional que explica la necesidad de dotar de espectacularidad a cualquier cosa que estos jóvenes políticos hagan por muy corriente que esta pueda llegar a ser. Pero la política es mucho más compleja que el mero deseo de ser el centro de atención porque la realidad es muchísimo más compleja que los relatos que buscan interpretarla. Y la realidad nos dice que Giorgio Jackson por mucho que diga que “dona” la mitad de su sueldo nos cuesta lo mismo que el parlamentario promedio al cual busca diferenciarse.

Si desde el Frente Amplio renunciaran a ser los redentores del país y se conformaran con transformarse en eficientes engranajes del sistema político, se darían cuenta que los proyectos y las ideas son mucho más importantes que las apariencias, las cuales, tarde o temprano están condenadas a ser puestas en cuestión. Es de esperar que este problema únicamente causado por la soberbia sea la más elocuente lección de humildad.

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Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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