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La izquierda feminista y su abandono a las chilenas  Publicado en Radio Agricultura, 12.04.2024

La izquierda feminista y su abandono a las chilenas 

imagen autor Autor: Antonia Russi

En la inauguración del año académico de la Universidad de Los Lagos, la expresidenta Michelle Bachelet habló sobre las amenazas actuales a la democracia. Sin duda, nunca aclaró cuáles eran los sujetos o grupos que, según ella representaban a esta amenaza. Sin embargo, los describió como «sectores que ponen en riesgo la democracia, que no creen en ciertos mecanismos democráticos, que cuestionan avances de décadas, de sectores como las mujeres». Para cualquiera dicha descripción es acorde a los personeros del Partido Comunista, sin embargo, deducimos que, por la afinidad de la exmandataria con los inspiradores de semejante doctrina y sus líderes más actuales, seguramente no se refiere a ellos. 

«Se puede observar que por mucho que el oficialismo se autodefina como "un gobierno feminista" y en sus magistraturas estén "la primera mujer en ser ministra del Interior y la seguridad pública (como Izkia Siches)", la situación de la mujer chilena no necesariamente ha mejorado».

Ahora bien, los dichos de Bachelet son bastante curiosos si se considera que las políticas implementadas en su mandato poco hicieron para mejorar la situación de las chilenas. Si se consideran las reformas económicas, educacionales e inmigratorias, la realidad se ha complicado para todo el país, pero además las políticas promovidas por su sector en los últimos años han afectado la vida de las mujeres. Según la encuesta IPSOS, 6 de cada 10 chilenas han dejado de salir, viajar o conducir por la inseguridad del país. Ahora bien, podría contraargumentarse que esta situación no es atribuible al oficialismo. Sin embargo, el mismo estudio establece que estas cifras aumentaron desde el año 2020, donde la «inseguridad para caminar de noche aumentó 15 puntos, en el transporte público aumentó 10 puntos en trayectos cotidianos el aumento fue de 15 puntos y en espacios de entretenimiento como bares, discotecas o conciertos se registraron 15 puntos más».

Sin duda este cambio tan negativo para la vida de las mujeres se explica, mayoritariamente, por el absoluto abandono de las autoridades en temas de seguridad interna. Así, se puede observar que por mucho que el oficialismo se autodefina como «un gobierno feminista» y en sus magistraturas estén «la primera mujer en ser ministra del interior y la seguridad pública (como Izkia Siches)», la situación de la mujer chilena no necesariamente ha mejorado. De hecho, el actual escenario de inseguridad ha llevado a que las mujeres estén cambiando su estilo de vida y comportamiento, como las vestimentas (41% dejó de usar ropa que se considere provocativa) o ciertas prácticas como adquirir aparatos de defensa personal (26% porta artefactos como gas pimienta, mientras que en 2020 este número era del 11%). Teniendo esto en cuenta, ¿Acaso se podría considerar algo más atentatorio contra las libertades de la mujer que una situación como esta?

Pero nada de esto parece importarle a una élite política que defiende retóricas como el feminismo de género, el cual asume una clave identitaria a la hora de entender la representatividad. De alguna manera, mientras el Presidente use pañuelos verdes y se autoproclame feminista, o una mujer ocupe el máximo cargo de seguridad del país, esto debería traducirse en mejor representación femenina. Sin embargo, nada está más lejos de la realidad. 

Quienes hoy ocupan el poder político no entienden que con narrativas vacías no basta, y es por esto que hace siglos atrás se establecieron las democracias liberales como los sistemas políticos hegemónicos de Occidente. Estos pretendían establecer un fundamento mínimo en donde el Estado sería el garante de ciertas condiciones. Una de estas era la seguridad, en honor a mantener la concordia dentro de la nación. Este principio, junto a otros, permitirá establecer las condiciones para que desde ahí se desarrollara una sociedad con igualdad ante la ley y en donde las libertades individuales pudieran desarrollarse. 

​Hoy en día las mujeres chilenas se ven cooptadas por la inseguridad y han tenido que reacomodar su proyecto vital en torno a una delincuencia desmedida y amparada por quienes juraron defender los intereses femeninos. Sin embargo, la carencia de elementos demasiado «anticuados» para la nueva clase dirigente, pero esenciales para la sociedad, como la seguridad y el Estado de Derecho ha terminado por socavar y limitar la vida de aquellas chilenas que avanzaban en el camino de la libertad y el progreso. 

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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