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“La casa siempre gana” Fundación para el Progreso (FPP) - Octubre 2019

“La casa siempre gana”

imagen autor Autor: Juan Lagos

“La casa siempre gana” reza el clásico lema de los casinos que opera como una profecía indefectible en todo jugador que lo pierde todo, máxime cuando este, en un momento del juego, consiguió tener mucho. La clave del éxito de los casinos no está en la falta de luz del sol, en pasillos laberínticos que hacen difícil la salida con la adrenalina a tope y en ninguna de las técnicas de manipulación proveniente de Las Vegas. Estas sofisticadas maniobras de nada servirían sin contar con el primitivo deseo de desafiar al azar instalado en el corazón de todo ser humano (en unos más patente que en otros). El negocio del casino está en la compleja tarea de administrar la ambición de los jugadores.

Mucho más fácil la tiene el Estado de Chile. Si de recaudar dinero se trata, le basta con adoptar la forma de Servicio de Impuestos Internos para expropiar a los ciudadanos de un porcentaje nada despreciable de su patrimonio. No necesita seducir, le alcanza con mandar e intimidar, y si uno de esos contribuyentes se atreve a cuestionar dicha orden, Tribunales de Justicia, “consubstanciales al padre Estado” se encargan de reafirmar la decisión.

"Mucho más fácil la tiene el Estado de Chile. Si de recaudar dinero se trata, le basta con adoptar la forma de Servicio de Impuestos Internos para expropiar a los ciudadanos de un porcentaje nada despreciable de su patrimonio."

Para el Estado de Chile “la casa siempre gana”. De acuerdo al último estudio del Observatorio Judicial, entre 2013 y 2018, «de un total de 1.081 recursos de casación que la segunda sala de la Corte Suprema falló el fondo, 807 sentencias fueron a favor del Servicio de Impuestos Internos, mientras que 274 fueron favorables para el contribuyente. Lo anterior se traduce en que, independiente de quién recurrió, el SII ganó el 75% de las veces». Es decir, un contribuyente tiene menos posibilidades de ganarle al SII (25%) que hacer lo propio en la ruleta apostando a la docena (32%). Dicho de otro modo: en Chile, es más fácil duplicar tu apuesta en el casino que conservar parte de tu patrimonio frente al Estado.

Como a las cortes las personas no van deseosas de doblarle la mano al destino, sino que asisten a tribunales con la legítima pretensión de hacer justicia, la probabilidad de derrota segura ha hecho que en el transcurso de seis años el número de ingresos de casaciones tributarias cayera en un 47%, número aún más preocupante cuando vemos que la disminución de ingresos proviene de los contribuyentes (ingresos que cayeron en un 55%), mientras que las presentaciones del SII se han mantenido estables. Se trata de una situación preocupante para los jóvenes Tribunales Tributarios y Aduaneros, la cual, al confirmar que “la casa siempre gana” no ha hecho más que disminuir el interés en la justicia tributaria en tiempos de un alza en la demanda en el resto del sistema judicial.

Poco podemos cambiar de los casinos si no nos preocupamos de moderar las pasiones y deseos de los jugadores. Algo parecido sucede con el Fisco chileno, poco podemos hacer para cambiarlo, pero ya es hora de moderar las pasiones y deseos de los contribuyentes con un relato realista sobre la obligación fiscal y, así, empezar a tratar a los impuestos “por lo que son”: como un mecanismo coactivo de expropiación y no “por lo que queremos que sean”: una falsa promesa de sana convivencia y superación de las desigualdades.

Así, como lo absurdo no es que existan casinos sino la existencia de tantos casos de personas que lo han perdido todo en ellos, no es absurdo que exista el Estado sino el afán de algunos de entregarle más dinero (sobre todo el del prójimo) a una institución incapaz de revisar sus mandatos, aunque recientemente haya inventado tribunales con dicha promesa. “La casa siempre gana” y el problema, como siempre, está en no quererlo asumir.

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Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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