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Reforma tributaria, entre el muro de Berlín y el corralito argentino Publicado en El Mercurio 20.08.2022

Reforma tributaria, entre el muro de Berlín y el corralito argentino

¿Qué tienen en común las empresas o los equipos de futbol exitosos con los países exitosos? Fácil, la naturaleza de sus reglas e incentivos que son capaces de atraer y retener el talento humano. Cualquiera que trate con personas talentosas sabe que para motivarlas hay que tratarlas bien, con incentivos y premios porque los castigos las ahuyentan o desmotivan.

El gobierno ha presentado una reforma tributaria, que -según él- sólo pagarán 6 mil personas y al resto de los chilenos no nos afectará. ¿Es esto efectivo? Claro que no. La economía es un ecosistema interdependiente. Lo hemos visto con la guerra de Ucrania ocurre al otro lado del mundo y sube nuestro IPC. Esos 6 mil harán el cheque pero la cuenta la pagamos todos.

Los países progresan no gracias a sus millonarios, sino que gracias a los miles que se esfuerzan por serlo. Esos son los que invierten, crean trabajo, agrandan la torta y pagan impuestos. Esta reforma castiga con un doble y hasta triple impuesto al que ahorró y al que tuvo éxito, pero lo peor es que disuade a los miles que querían tenerlo, y que ahora no se van a esforzar o se van a ir a otra parte a intentarlo. Por eso esta reforma afecta a muchos miles que no harán el esfuerzo y a millones que nos beneficiamos de ellos (lo que los economistas denominan el “costo sombra”, que existe, pero no se ve, como el lado oscuro de la luna o como diría el Principito “lo esencial es invisible a los ojos”). El borrador de constitución reconoce “el derecho al ocio, al descanso y al tiempo libre” (Art.91). Esta reforma lo incentiva y el gobierno muestra un entusiasmo encomiable por cultivarlo.

"Esta reforma castiga con un doble y hasta triple impuesto al que ahorró y al que tuvo éxito, pero lo peor es que disuade a los miles que querían tenerlo, y que ahora no se van a esforzar o se van a ir a otra parte a intentarlo".

La decadencia de los países empieza cuando primero se fugan sus capitales y después sus talentos. En Chile lo primero ya ocurrió y lo segundo está ocurriendo. En los 60s se hablaba de la fuga de cerebros para describir la emigración de nuestras mejores mentes en busca de países que les dieran oportunidades. Eso cambió en Chile los últimos 40 años. Todos los que estudiaban afuera querían volver. Nuestra economía libre resultaba atractiva para ellos. Hoy en cambio no tienen apuro por volver. La inseguridad, los impuestos y la falta de crecimiento los desalienta de volver.

Son muchos los ejemplos de países que persiguieron a sus ciudadanos y perdieron un talento invaluable. España y Portugal expulsaron a los judíos el siglo XV para beneficio a los Países Bajos. EEUU fue el gran beneficiado del comunismo y el nazismo europeo que hicieron escapar a genios como Einstein, Fermi y Bohr que le ayudaron a ganar la 2ªguerra mundial.

Hoy el desfile por Chile de abogados y banqueros de Uruguay, España y Portugal es llamativo. Todos atrayendo a nuestros empresarios y profesionales, con ofertas de bajos impuestos y visas expeditas. Su lema parece ser “si usted no los quiere nosotros si”. Esta reforma tributaria viene con facultades al SII que haría palidecer a la inquisición; un corralito a los que se quieren ir (5% del patrimonio como exit tax) como el que inventaron los nazis para cobrarle a los judíos y una discriminación odiosa en contra de los chilenos vs los extranjeros (que pagan hasta 10% menos que nosotros). Hace pocos años se presentó una iniciativa de cobrar impuesto por una vez a los “super” ricos con más de US$22 millones. Ahora la reforma viene con un cobro permanente a los “ricos” (lo de super se los llevó el estallido y la inflación) que tienen más de US$5 millones y otro cobro de 1,8% al ahorro y reinversión de las empresas. Esta no es un alza de impuestos es un ejercicio deliberado para expulsar chilenos incómodos, matar una sociedad libre; descapitalizar a las empresas; eliminar el mercado de capitales; castigar el ahorro y fomentar el gasto. Eso genera pobreza, endeudamiento y descontento. La receta es conocida, personas pobres, y dependientes del estado son más fáciles de someter a la demagogia o movilizarlas para un estallido.

Los países exitosos no tienen que construir muros para encerrar a sus ciudadanos o cobrarles impuestos por emigrar. Los fracasados sí: lo hicieron los comunistas, los nazis ¿y ahora Chile? Los países no se desarrollan con burócratas, activistas y políticos, sino que con emprendedores, trabajadores e inversionistas. Esta reforma está hecha para que los primeros puedan vivir a costa de los segundos. Por eso la reforma no es sólo técnicamente mala, temporalmente inoportuna y económicamente inconveniente, sino que es moralmente censurable.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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