La soledad de Gabriel Boric
La negativa, en primera instancia razonable, esconde la pretensión utilitaria del PC de conformar un bloque opositor en toda instancia y lugar, sin importar en qué flanco aquello se produzca, ni siquiera si se trata de buscar una solución con respecto al Sename. Por eso, esta vez no habrá lágrimas de Camila Vallejo. Esa actitud razonable pero utilitaria de parte importante de la izquierda frente a un tema como el Sename, fue calificada con certeza como burdas mezquindades por Gabriel Boric. El diputado, que aceptó el llamado del gobierno para participar de la Comisión de Infancia, no tardó en ser reprendido por algunas voces que rechazan a los caudillos pero actúan como tales, como el diputado comunista Daniel Núñez quien, en un claro acto de proyección, calificó a Boric de oportunista. Mismas ínsulas se dio la que más crítica las ínfulas, la diputada Pamela Jiles, quien paradojalmente preside la Comisión de Familia.
Lo cierto es que en la izquierda se confrontan dos visiones con respecto a la política democrática actual. Una está marcada por la mera ética de convicción, cuyo maximalismo es notorio cada cierto tiempo, que además concibe la política como una suma cero donde hay amigos y enemigos, lo que se ve reflejado en su clara visión instrumental de la democracia y sus instituciones más básicas como un simple obstáculo para sus concepciones radicales e incluso violentas e irreflexivas. La otra parte podría conformarse como un adversario razonable y esencialmente responsable, que entiende que la política es un espacio de antagonismos que nunca desaparecen pero que deben ser manejados dentro de los marcos democráticos fundados en una ética argumentativa. Pero eso requiere madurez y reflexión. Y ahí, hoy parece estar solo en ese proceso el diputado Boric.