Ideas

La noche del 25 de octubre fue el triunfo final de una batalla cultural que hace rato la izquierda chilena había ganado en las aulas, en los teatros y en los medios de comunicación. Triunfaron las tesis de intelectuales como Tomás Moulian, Manuel Antonio Garretón o Fernando Atria, por nombrar a algunos. Estas ideas no siempre gozaron de la representatividad que tienen ahora, pero esto no fue óbice para que sus prosélitos las cultivaran de las más diversas formas posibles de acuerdo con sus capacidades. Desde la vereda contraria, Irving Kristol decía que las ideas son absolutamente importantes, en cuanto las masivas y aparentemente sólidas instituciones de la sociedad «están siempre a merced de las ideas en las cabezas de la gente que pueblas estas instituciones. La influencia de las ideas es tan grande que un mínimo cambio en el clima intelectual puede transformar -quizás lentamente, pero de manera inexorable- una institución conocida en algo irreconocible» (“Utopismo, antiguo y moderno”, Estudios Públicos 33, p. 358).

Es de esperar, que los recientes hechos terminen de persuadir a aquellos que seguían escépticos ante la inexorable máxima con la cual Richard Weaver tituló su libro más célebre: “Las ideas tienen consecuencias”.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.


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quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes
no son capaces de defenderla"

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