Fanatismo político

Señor director:

No hay nada más anti político y anti democrático que convertir a ciertos líderes en seres inmaculados fuera de toda crítica. Eso es lo que parece estar ocurriendo en torno a la figura de Michelle Bachelet, a la que algunos pretenden elevar como una persona libre de intereses personales.

La Presidenta es un ser humano como cualquiera, con defectos y virtudes. La pretendida santificación de Bachelet, cuya libro sagrado es el programa, también evidencia los ribetes más profundos de la crisis política y, sobre todo, el riesgo en un futuro no lejano del realce de un eventual modo de gobernar basado en el personalismo, el carisma y la fidelidad al líder, claros indicios de populismo.

Son las instituciones -liberales sobre todo- las que nos pueden proteger no sólo de potenciales malos gobernantes, sino del fanatismo anti político y anti democrático de sus fieles.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.


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"La libertad no se pierde por
quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes
no son capaces de defenderla"

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