Inicio » Opinión » En contra de la legitimidad
En contra de la legitimidad Publicado en La Segunda, 30.08.2017

En contra de la legitimidad

Nos hemos visto enfrentados a innumerables expresiones acerca de la legitimidad de las cosas. Este término, sin embargo, sufre coloquialmente de tres diferentes tratos o acepciones. Es tal su moda que es común ver diferenciada su conjugación en función de lo que se quiere decir. El primer trato que se le da es el que se refiere a la legitimidad como legalidad. La típica frase dice: "eso es ilegítimo". Es decir, ilegal y, por lo tanto, un delito o algo por el estilo. La segunda acepción es la que analiza ciertas cuestiones en función de su origen: "Eso tiene un problema de legitimidad, fue impuesto por un dictador que no le preguntó a nadie". Bajo esta premisa de ilegitimidad de origen se han destruido símbolos como estatuas o edificios —de las culturas conquistadoras, por ejemplo— y se han reformado instituciones. El tercer y último trato es el que tiene que ver con la hoy también famosa "ciudadanía" y se suele usar así: "eso no está legitimado frente a la ciudadanía". 

Estas dos últimas acepciones son interesantes, porque al día de hoy se utilizan como razón suficiente para justificar diferentes reformas o ideas bondadosas a pesar de estar en desacuerdo con ellas. Así, líderes hipnotizados, o ingenuos, abogan por cambiar instituciones a pesar de creerlas correctas: "funciona bien, pero necesitamos cambiarla (por algo peor, o quizás peor) debido a que ‘no tiene legitimidad de origen' o ‘no está legitimado frente a la ciudadanía'". Esto, creo, trae dos grandes problemas a veces ignorados: el primero afecta al primero de estos tratos, ya que actuar en nombre de una ilegitimidad de origen implicaría reformas y acciones interminables.

Al respecto, y a propósito del imperialismo británico en la India, un escritor se pregunta si bajo esta premisa algún indio estaría a favor de eliminar "la democracia, el [idioma] inglés, la red de ferrocarriles, el sistema legal, el críquet y el té". Al fin y al cabo, son todas instituciones ilegítimas y herencias culturales occidentales de un imperio nada de bondadoso con ellos. Es más, y mirando hacia atrás, quien quiera eliminar todo eso se enfrentará a otro problema: las conquistas, leyes e influencias anteriores, es decir, de "los legados del Imperio gupta, el Imperio kushán y el Imperio mauria". El segundo problema se relaciona con la otra acepción: ¿qué le importa a un líder que algo esté o no "legitimado frente a la ciudadanía"? ¿Acaso tan sabia es la opinión pública? Trump fue electo mediante las instituciones existentes y, obviamente, "estaba legitimado frente a la ciudadanía". ¿No había que criticarlo entonces a él ni a sus demenciales ideas, porque efectivamente estaba "legitimado frente a los ciudadanos"?

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

ÚLTIMAS OPINIONES

Nostálgicos del octubrismo

Ante la derrota del Gobierno en las elecciones de la mesa del Senado, que confirmó la minoría en la cámara […]

Publicado en La Segunda, 30.08.2017
Nostálgicos del octubrismo

Proyecciones optimistas

Señor Director: Al ser consultado sobre su optimismo por el crecimiento económico en 2024, Mario Marcel sugiere que otros economistas […]

Publicado en La Segunda, 30.08.2017
Proyecciones optimistas

«Paguen mejor», ¿a menos personas?

«Si realmente quieren que haya inclusión, paguen mejor». La frase de la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, en un reciente […]

Publicado en La Segunda, 30.08.2017
«Paguen mejor», ¿a menos personas?

VIDEO DESTACADO

«El progreso no es una bendición ininterrumpida.
A menudo viene con sacrificios y luchas.»

Súmate a la FPP

¡ Chatea con nosotros !