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Ariel Ruiz Urquiola: activista, científico y disidente cubano

Ariel Ruiz Urquiola: activista, científico y disidente cubano

imagen autor Autor: Sascha Hannig

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Hace unos días rompieron en Cuba protestas en contra de un régimen dictatorial que lleva más de 60 años en el poder. Los manifestantes gritaban “Patria y Vida”, aludiendo al himno cultural que enfadó a la dictadura. En el intertanto, Miguel Díaz-Canel, líder comunista en ejercicio, mandó a sus seguidores a enfrentarse a los ciudadanos opositores en la calle.

Por supuesto, Chile no ha estado marginado de este fenómeno. En Santiago de Chile hubo demostraciones de apoyo frente a la embajada cubana, y diversas autoridades se han expresado al respecto. Por supuesto, el PC chileno ya salió a recriminarle lo ocurrido a Estados Unidos.

La siguiente entrevista, realizada por la investigadora FPP, Sascha Hannig, es parte del proyecto disidentes.org, y aunque aún no se estrena oficialmente, hemos decidido compartir esta historia con el público en el contexto de lo que puede ser un momento histórico para la isla:

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Los novillos pastan libres por un campo inmenso. El cielo azul y un sombrero de vaquero sombrea el rostro de Ariel Ruiz Urquiola, el biólogo cubano asentado en Suiza y que ha aceptado esta entrevista telefónica en medio de sus labores en aquella granja. Ariel no ha migrado de Cuba, revela, y está en este país por mucho más que el contacto con la naturaleza. En su calidad de opositor al régimen castrista, acusa haber sido encarcelado sin debido proceso y luego haber sido torturado biológicamente por las autoridades cubanas. No solo él, sino también su familia.

En 2018, mientras Ariel realizaba una huelga de hambre y sed en busca de un juicio justo y en denuncia de las condiciones en la prisión Kilo 5, su salud empeoró y fue trasladado a Cuidados Especiales del Hospital Abel Santamaría, de Pinar del Río. Ahí -asegura- el régimen le habría inoculado el VIH, conocido en su etapa más oscura como SIDA. Es por lo anterior se está tratando fuera de su país, mientras está atento también a la salud de su hermana -quien sufre de cáncer de mama-, y busca justicia frente a organizaciones internacionales de derechos humanos.

El costo de disentir

  • Quiero empezar hablando de tu vida en Cuba. ¿Cuándo empezaste a cuestionar a tu gobierno y lo que había a tu alrededor?

Como a los 12 años empecé a cuestionarme. En Cuba mi padre, que era un teniente coronel del ministerio del interior, tenía mayores privilegios en relación con mi madre, que era profesora de la campaña de alfabetización de la revolución. Yo no podía entender que Cuba fuera un país para todos igual. No era cierto.

El padre de Ariel (de quien prefiere no hablar en esta entrevista), es Máximo Omar Ruiz Matoses, quien fue un alto oficial del ejército cubano. Ruiz Matoses estuvo 29 años en las Fuerzas Armadas (FAR) y el Ministerio del Interior (MININT) como especialista de contrainteligencia. En 1989, antes de la caída de la Unión Soviética, desertó y participó de una denuncia a Fidel y Raúl Castro por su incapacidad para conducir el destino del país. Fue condenado a 20 años de cárcel en el año 1991. Tuvo suerte, pues otros de los participantes de dicho confrontamiento como el General Arnaldo Ochoa y otros tres militares cubanos fueron fusilados en el verano de 1989.

Cuba, tortura y comunidad internacional

  • ¿Cómo se vive hoy en día la vigilancia y persecución a los disidentes en Cuba?

Lo que sucede en estos momentos es que hay internet, esto implica que toda la barbarie que ha ocurrido en Cuba salga a la luz pública. Pero es injusto decir que nosotros somos personas valientes de estos tiempos. No, Cuba tuvo una represión atroz en los dos primeros años de la revolución. De manera que, el índice de criminalidad, los abusos y sus efectos en Cuba fueron extremadamente duros, férreos y agresivos. Hasta que se instaló el internet, básico como era al principio. Ese fue un punto de inflexión, no sólo en la propia visión de mundo, sino también en cómo se veía a Cuba y al mundo, y cómo nos reconocíamos los cubanos mismos dentro y fuera de Cuba.

  • Existen hoy también grupos civiles que delatan a sus compatriotas cuando existen este tipo de prácticas. Te menciono, por ejemplo, los Consejo de Defensa de la Revolución, que están a disposición del régimen. ¿Cómo han ido evolucionando estos sistemas de vigilancia?

Esos no son grupos “civiles”, son grupos paramilitares. Todos los miembros del CDR y del partido comunista, la Federación de Mujeres Cubanas, instituciones que aparentemente son sociales, son absolutamente paramilitares. No es que hayan sido penetradas por fuerzas del gobierno, sino que son instituciones del gobierno que aparentan ser de la sociedad civil, para crear la ilusión, afuera y adentro, de un apoyo popular a la familia Castro, a su dictadura, y al monopolio socioeconómico que ha destruido a una nación.

Michelle Bachelet, y todos los que se han dejado encantar por el canto de sirena de la revolución, son cómplices activos de todo lo que se mató en Cuba, de todas las familias desaparecidas y destruidas. Es un error llamarlos grupos de la sociedad civil, sobre todo porque te obligan a entrar a estas instituciones, como a mí me pasó, hasta que se me abrieron los ojos, y me negué a participar y financiar. Tienen el objetivo sólo de amedrentar a la población.

"Michelle Bachelet, y todos los que se han dejado encantar por el canto de sirena de la revolución, son cómplices activos de todo lo que se mató en Cuba"

Cuando una sociedad confunde luchar con robar, cuando un pueblo pierde esos valores, se convierte en bestias. Es lo que ha hecho la familia Castro, desmoralizando a la sociedad, destruyendo la familia y los valores, para implementar su sistema de terror. El que ha hecho, hasta la actualidad, que otros cubanos operen en contra de sus compatriotas por envidia y despecho, así como ocurrió en los países del oriente de Europa, no es una cosa particular de Cuba, es algo que ha pasado en todos los países comunistas.

  • Hay mucha gente que defiende a Cuba y acusa que nada de lo malo es culpa de ellos, sino que, por EEUU, por las restricciones, por el embargo, etc. ¿Qué les dirías a esas personas? ¿Crees que pecan de inocentes?

Indudablemente ahí hay mala intención. Todos ellos han sido cómplices de la dictadura cubana, saben perfectamente lo que ocurre ahí. Lo que pasa es que tienes a todos estos famosos, como Gabriel García Márquez, o Maradona, que disfrutaban de la corrupción y privilegios de la familia Castro, de los cuales solo disfrutaban los militares cerca de la cúpula del poder.

  • Tu hiciste huelga de hambre por 16 días por lo que tú considerabas que había sido un trato injusto, y las atrocidades más grandes perpetradas por el régimen cubano, algo que has denunciado internacionalmente, y es la razón de por qué tu testimonio es tan fuerte. ¿Qué lecciones se pueden sacar de tanto dolor, de la experiencia que has tenido, como un disidente tan atacado, y de forma tan brutal por el régimen?

En el 2013, aprendí en Alemania el método de la Meditación Vipassana, y eso me ayudó mucho a entender y comprender que lo único que era realmente objetivo e importante en la vida, es el presente, el momento que estás viviendo. Que no había derecho en mirar a un futuro incierto, o un pasado oscuro. Eso me ayudo a mitigar los dolores del cuerpo y del alma, que me ha ayudado a sobrevivir en el tiempo.

En segundo lugar, el Estado cubano ha ocupado la violencia, armas biológicas, la tortura médica e intento de violación contra mi familia. Yo estoy vivo, mi hermana, mi padre y mi madre también, pero yo te puedo decir que el estado cubano se ha dedicado a cercenar la vida de las personas. Yo me considero como una persona muy afortunada, y me considero muy dichoso, porque otros han sufrido lo mismo y sus voces intentaron ser acalladas con la tortura y la violación. Pero siguen hasta el día de hoy.

  • ¿Sientes que tienes que ser una voz para aquellos que no están aquí para contar su historia?

Claro que sí, siento que es mi responsabilidad.

Luchando contra el cáncer, el SIDA y el régimen

Ariel asegura que, en medio de una huelga de hambre y sed, el gobierno cubano le inoculó el virus del VIH, conocido por su fase más oscura: el SIDA. Para el disidente esto es una forma de tortura biológica. Ruiz Urquiola tuvo que dejar su país para tratarse de esta enfermedad en Suiza, y ha presentado denuncias formales ante la ONU, mediadas por expertos y abogados, y con pruebas que descartarían cualquier otra posibilidad de contagio fuera de sus días en un hospital de Pinar del Río, donde le administraron cloruro de sodio y dextrosa por intravenosa. Puedes ver un video-entrevista donde Ariel muestra las pruebas de esta declaración aquí:

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  • ¿Cuántas huelgas de hambre has hecho hasta ahora?

La primera que hice fue cuando en 2016 le negaron a mi hermana el tratamiento de inmunoterapia para su cáncer, porque el tratamiento no había sido comprado en octubre, y no volvería a ser traído a la isla hasta dentro de seis meses, para cuando mi hermana, y las otras mujeres que tenían su misma condición, ya habrían muerto. Entonces yo hice la huelga de hambre frente al Hospital e Instituto Nacional de Oncología.

La segunda huelga de hambre fue la segunda vez que me llevaron detenido, donde estuve 5 días sin comer en un calabozo policía del municipio de Viñales. Mi tercera huelga fue de 16 días cuando no teníamos copia de la sentencia y el juzgado provincial le había dado lugar, y me estaban condenando a ser enviado a un campamento de educación, rehabilitación y trabajo.

El único momento cuando dejaron a mi hermana verme, me pude dar cuenta de que las lesiones de mi hermana se habían agravado, lo cual no necesariamente causa la muerte, pero sí es una forma de tortura médica. No podría seguir con sus actividades de disidencia y activismo en pro de mi libertad. La huelga de hambre y sed la gané, la gané con mi propia libertad, y con la ayuda de todas las personas que se solidarizaron. Igual que la huelga frente al oncológico, donde logré que en 72 horas entrara el medicamento a Cuba, y que se le aplicara a mi hermana a los 5 días después de haber iniciado yo la huelga.

La última que hice fue frente al Palacio Wilson, la sede del alto comisionado de las Naciones Unidas, donde incluso la Bachelet, al salir del edifico camino a su casa, apenas me miró. Habían pasado 24 horas sin alimento ni agua, y siguió caminando a su casa apenas mirándome.

“En Cuba hay una crisis alimentaria y médica desde que tengo consciencia”

  • Te quería preguntar porque continuamente mencionas a tu madre y tu hermana. ¿Cómo se dio la tortura médica, y como fue tu interacción con que tu hermana este hasta el día de hoy defendiendo su propia vida, y el activismo por su país?

La tortura medica existe en Cuba arraigada al propio sistema. Los únicos que “merecen” medicina de primer mundo son la familia Castro, y la cúpula de militares y bufones civiles que conforman la elite de Cuba. Todos los demás somos como bestias que por influencia o amiguismos podemos tener acceso a ciertos tratamientos médicos.

(…) En 2005 tomé las riendas del tratamiento oncológico de mi hermana, y la saqué de ese hospital donde finalmente la iban a terminar de matar. El cáncer se había carcomido todo el pezón derecho, y se le veían las costillas cuatro y cinco. Todos los médicos de ese hospital y otros decían “ahí no hay nada que hacer”, esa es la realidad. Esta realidad es común al grueso de los cubanos. Es decir, no tienen acceso a tratamientos de primera línea, ni a la tecnología que existe en el mundo para tratar la oncología.

  • Esa calidad médica de la cual se jactan en el mundo.

En Cuba hay una crisis alimentaria y médica desde que tengo consciencia. Hay un atraso tecnológico inherente a todo el sistema socialista y comunista del mundo, ninguno escapó. Ni siquiera la alabada Alemania democrática. Mi hermana es la única sobreviviente de todas las mujeres que entraron al instituto ese año, todas las demás, que supuesta mente fueron tratadas con tratamientos primarios y de primera línea, todas murieron en un lapso de 1 a 5 años. Sólo mi hermana sobrevive, 15 años después.

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Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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