El delirio institucional del feminismo de género
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Publicado en La Segunda, 22.11.2023Es difícil sentenciar sobre cuestiones económicas y, en general, sobre ciencias sociales. Al estar envuelto el espíritu humano, todo se convierte en sorpresa o en sospecha. Y qué decir cuando se cruza el fantasma del poder. Pensemos en la pregunta de moda: ¿dolarizamos o no a la Argentina? Hay buenos argumentos a favor y en contra. Existen, sin embargo, cuestiones que ya no se discuten mucho: imprimir billetes a destajo genera inflación, como en Argentina; gastar más de lo que se gana genera desconfianza, como le pasa a Argentina; sin derechos de propiedad fuertes —por diferentes que sean establecidos—, es imposible vivir en paz, y, por lo tanto, nadie, ni ningún país, ni ninguna comunidad, se puede desarrollar, como ocurre con Argentina. Sin estas tres cuestiones, nada sirve, quedamos a merced del más fuerte o del más vivo. Los que pueden se van, como en Argentina. Por eso los economistas Felipe Larraín y Hermann González analizan estos tres puntos y concluyen que están bien tratados en la propuesta constitucional. Otro grupo de economistas, entre los que destacan Eduardo Engel, Andrea Repetto y Osvaldo Larrañaga, por el contrario, se declararon «En contra». Dicen que tienen razones económicas: restringe las «posibilidades de políticas sociales efectivas» pero no argumentan por qué. Hablan de «países avanzados» —argumento vacío—, y que, a diferencia de allá, acá se impediría aplicar «solidaridad», lo que es simplemente falso, ya que cualquier política social se podrá financiar con impuestos. En pensiones, un caso que les gusta, los «países avanzados» tienen un componente de reparto simplemente por razones históricas, e incluso esos «países avanzados», quieren sacárselo, por el desastre que implica, y quieren cambiarlo por la mayor capitalización posible.
«Engel, Repetto, Larrañaga y el grupo de economistas En Contra, dicen que esta propuesta impediría aplicar "solidaridad", lo que es simplemente falso, ya que cualquier política social se podrá financiar con impuestos».
Les es difícil porque la transición es lenta y las restricciones políticas son extremadamente espinosas, por no decir imposibles. Dicen estos economistas que se generará, además, «inestabilidad regulatoria» y se restringiría «el potencial crecimiento de nuestro país» sin decir mucho más. Llama la atención porque la mayoría de ellos aprobó la propuesta constitucional pasada, que politizaba el Banco Central, acercándonos a máquina impresora que tiene Argentina; destruía totalmente la responsabilidad fiscal, dando incluso grados de autonomía financiera a las provincias, similar al caos fiscal argentino; y debilitaba por completo el derecho de propiedad, incluso más que en Argentina. Además, hacía el país ingobernable con un sistema político adolescentemente delirante, generaba redes de clientelismos y politizaba el Poder Judicial. Todo en nombre de la promesa pública, gratuita y de calidad de Argentina, el desastre total. Más que «inestabilidad regulatoria», esa propuesta generaba la imposibilidad de un Estado de derecho. Es claro que de economía nunca han querido hablar.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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