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El arte de conversar Publicado en El Líbero, 31.05.2020

El arte de conversar

imagen autor Autor: Juan Lagos
La entrevista de Cristián Warnken a Jaime Mañalich la tarde del pasado domingo fue una pausa refrescante que muchos hemos sabido valorar y agradecer. En medio de tanto rifirrafe mediático materializado en pendencias matinales y sofocantes conferencias de prensa, vimos que todavía hay espacio para conversar, ¡y de qué forma! Porque el acierto de Icare no solo estuvo en patrocinar esta ocasión, sino también en congregar a nuestro mejor conversador con el chileno que más necesitaba de una plática.

Conversar es mucho más que intercambiar palabras. Decía Gadamer que una verdadera conversación consistía en «atender realmente al otro, dejar valer sus puntos de vista y ponerse en su lugar». Si lo pensamos bien, pocas veces tenemos la ocasión de conversar con alguien, en buena medida porque no lo buscamos. En su lugar, demandamos información que confirme nuestros fines y convicciones. Si instancias como la del pasado domingo escasean en los medios, se debe en gran medida a nuestra particular forma de consumirlos y en menor grado al poco arrojo que tiene la mayoría de nuestros periodistas que les impide ir más allá de la mera complacencia del público.
"Pocas veces tenemos la ocasión de conversar con alguien, en buena medida porque no lo buscamos. En su lugar, demandamos información que confirme nuestros fines y convicciones".
Por suerte, el domingo pasado el ministro de Salud no tenía al frente a un majadero que quería sonsacarle el costo de un ventilador o forzarle a realizar un mea culpa que no le nace. Gracias a esto pudimos ver una faceta oculta de Jaime Mañalich que permite entender de mejor manera su cara más conocida. Habló de literatura, filosofía e historia con la misma pasión con la que aborda sus explicaciones epidemiológicas, como si se tratara de un capítulo de 'La belleza de pensar', el programa con el mayor rating declarativo de la historia de la televisión chilena (todo el mundo decía que lo veía).

«Es el tiempo de los filósofos, es el tiempo de los sabios», fue la frase más destacada de y por Jaime Mañalich —ya que la repitió varias veces a lo largo de la entrevista—. Es una frase que siempre y en todo lugar sonará bien, todavía más en una entrevista con Cristián Warnken. En todo lugar, salvo en España, cuyo ministro de Sanidad, Salvador Illa, es licenciado en Filosofía y uno de los principales causantes de la tragedia sanitaria que asola la madre patria. Quizás en España digan que «es el tiempo de los epidemiólogos» para evidenciar la nula preparación de su ministro.

Quienes no han tenido la oportunidad de ver esta entrevista, les recomiendo que lo hagan y que luego mediten sobre la necesidad de recuperar el arte de conversar en nuestro país, sobre todo en una época donde los 'acuerdos' se traen preparados de la casa y son un mero contrato de adhesión. Sin embargo, a aquellos que quieran seguir pensando que Jaime Mañalich es un 'bruto ignorante/esbirro de la salud privada', les digo que ni siquiera se asomen, podrían llevarse una amarga sorpresa.

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Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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