“La democracia sentimental” es una notable publicación que va desde la neurociencia, la antropología y la psicología, que busca explicar de forma integral al ser humano para afrontar los desafíos del liberalismo y la democracia en el siglo XXI.
De continuar eludiendo la emoción, los liberales pueden verse enfrentados al fatídico escenario de pasar a la irrelevancia, y dar paso a una peligrosa hegemonía de lo irracional.
En el siglo XIX Lord Acton pronunció su famosa frase sobre el poder: "El poder corrompe, y el poder absoluto […]
Con el triunfo de Jacqueline Van Rysselberghe, los dichos de la diputada Camila Flores y el auge de José Antonio […]
El problema del conflicto en La Araucanía se inicia en el hecho de analizarlo con gafas occidentales.
¿Puede suceder que el triunfo de Bolsonaro envalentone movimientos de derecha populistas en otras latitudes? Eso está por verse. Pero más incierto es que los genuinos demócratas estemos preparados para resistir y convencer de los males que trae tras de sí el populismo, sea del color que sea.
El Frente Amplio, una aumalgama de movimientos rupturistas, cuya única finalidad es destruir y refundar el orden actual.
La cultura no avanza por tener o no un Ministerio, o si el Estado pone o no el dinero, sino cuando la sociedad permite desarrollar ambientes propicios para la creatividad, la libertad de expresión y el desarrollo económico.
Tras el incremento en el numero de detenciones no necesariamente hay disminución de la delincuencia. Solo hay efectividad, pero no un país más seguro.
La inconsecuencia de la izquierda millennial es brutal. Así lo demostró parte del Frente Amplio durante esta semana al enviar mensajes de apoyo al español Pablo Iglesias, líder de Podemos, cuestionado por la compra de una lujosa propiedad.
La defensa del Estado de derecho sólo podrá ser cumplida con sistemas legales que no sean una lista de deseos, que no se vean modificados por mayorías artificiales, y que protejan el derecho individual de cada ciudadano
Esperemos tener un oficialismo firme y una oposición con capacidad de diálogo. Un país desarrollado debe dejar de lado el fanatismo ideológico frente a los problemas ciudadanos y tener la capacidad de conversar. La democracia necesita de diálogo abierto, de miradas de largo plazo, y no de egoístas disputas parlamentarias. Los ciudadanos esperan que sus representantes muestren que son capaces de dirigir un país. Chile no necesita fútiles disputas, necesita avanzar. La clase política debe pasar de las batallas al diálogo.
¿No era que la diversidad era algo positivo? No nos avisaron cuál diversidad era buena.
No se trata de si debemos cerrar fronteras o abrirlas de forma absoluta, se trata de canalizar de forma ordenada una de las consecuencias de vivir en un mundo globalizado.
El problema no es si se cambia o no la Constitución, ni por qué la cambiamos. El conflicto es previo: cuál sociedad es la que buscamos construir.
El tiempo de instalación de un nuevo gobierno es clave para revalidar el apoyo ciudadano e incluso puede sentar las bases de su continuidad. Sebastián Piñera comprendió que esta vez no hay espacio para la improvisación y la repetición de nombres en las subsecretarías responde a esta lógica.
La migración es el gran fenómeno político del momento. Como buenos chilenos, la ola nos está reventando en la cara, mientras intentamos apaciguarla con una ley de 1975.
Lo de Ecuador es sólo un hito. Que Lenín Moreno, quien no es precisamente un liberal, vea la necesidad de controlar al poder estatal y al caudillismo, es paradigmático. El desarrollo pasa necesariamente por tener una democracia amparada en instituciones sólidas. Podemos estar frente a un nuevo consenso que pueda dar por superado el socialismo del siglo XXI.
Dentro de nuestro afán por auto-flagelarnos institucionalmente, la democracia chilena goza de virtudes que nuestros vecinos ya quisieran. ¿Se imaginan algo así en Bolivia, Venezuela o incluso en Argentina?
Bajo un discurso plagado de buenas intenciones se esconde la más profunda contradicción moral del progresismo de izquierda: su animadversión a lo distinto y su clasismo retrógrado y oligarca.
«La libertad no se pierde por
quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes
no son capaces de defenderla»