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#niunamenos, la muñeca y el liberalismo Publicado en El Mercurio, 06.01.2016

#niunamenos, la muñeca y el liberalismo

Ya pasado el temporal, nadie habla —y qué bueno— de la muñeca. Sin embargo, vale la pena un último esfuerzo para resaltar un fenómeno puntual desencadenado por el pueril humor del señor Fantuzzi: la reacción del movimiento #niunamenos. Éste, uno de los «movimientos sociales» con causas más nobles y más transversales, en un comunicado por las redes sociales relacionó esta decadente y termocéfala broma con la misoginia y aberraciones "propias del capitalismo y el patriarcado". El capitalismo entonces, según ellos, sería el causante de la aversión a las mujeres. Este orden social y manera de ordenar los derechos de propiedad sería, nada más y nada menos, el gran causante del machismo de nuestra sociedad. Esta reflexión es lamentable por su simpleza y, peor aún, muy gráfica de la forma de razonar de los movimientos sociales. Una paranoica y añeja mirada: este orden material determinaría nuestra concepción de la mujer y, de paso, la oprimiría en función de los intereses «del capital».

"Ya son bastantes los sueños y frustraciones causadas por el mito del «buen salvaje» como para que empiecen de nuevo a obligarnos a todos a creer en él"

La paranoia antiliberal en su máxima expresión. ¿Cuál sería entonces la solución para eliminar esta "misoginia y patriarcado"? ¿Es que acaso antes del capitalismo no había misoginia ni patriarcado? ¿O habrán sido capitalistas los Selk'nam? Ya son bastantes los sueños y frustraciones causadas por el mito del «buen salvaje» como para que empiecen de nuevo a obligarnos a todos a creer en él. Finalmente, sería bueno recordarle a este movimiento que fue uno de los padres del liberalismo, John Stuart Mill, y justamente basándose en esta filosofía, uno de los primeros y más importantes feministas de la historia, y que su amigo, Jean Gustave Courcelle-Seneuil, luego de su estadía en Chile durante el siglo XIX, defendía el liberalismo y a las mujeres escribiendo: "Los que han querido cerrar su oficio a los extraños sobre todo han proscrito de ellos a las mujeres. En apoyo de esta exclusión de las mujeres se ha invocado, con una hipocresía demasiado ordinaria, la defensa de los intereses colectivos, el orden público, la filantropía y la moralidad". No es algo nuevo entonces lo que se hace hoy: invocar llamativas terminologías como «régimen de lo público» y «fraternidad» para violar diferentes derechos y la individualidad y, esta vez, de la femenina sin más.

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Las opiniones expresadas en la presente columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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