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¿Quién gana con el «En contra»? Publicada en Radio Agricultura, 14.12.2023

¿Quién gana con el «En contra»?

imagen autor Autor: Juan Lagos

El debate en torno al Plebiscito constitucional en Chile ha generado una división clara y significativa en la sociedad cuyo desenlace solo lo sabremos la tarde del domingo 17 de diciembre. En medio de esta disputa, surge una interrogante crucial: ¿Quién realmente se beneficiaría con un eventual triunfo de la opción "En contra"? Contrariamente a lo que algunos sectores de derecha podrían pensar, la respuesta es clara y no sorprendente: el Gobierno de Gabriel Boric. Este resultado no solo consolida su posición, sino que también fortalece su mandato de manera estratégica.

Para entender por qué el «En contra» favorece al Gobierno actual, basta con analizar el contexto político y las dinámicas de poder que se han desplegado en torno al actual Plebiscito. El argumento de que votar «En contra» significaría una victoria para la ciudadanía y una derrota para los políticos es una simplificación que ignora la complejidad y la naturaleza intrínseca de la política chilena.

Primero, es esencial reconocer que tanto las campañas del «En contra» como del «A favor» han sido orquestadas y lideradas por partidos políticos. Estos grupos han utilizado el plebiscito como un escenario para reafirmar su influencia y proyectar sus agendas. Por lo tanto, argumentar que un voto «En contra» es un rechazo a la clase política es pasar por alto el hecho de que este voto, en realidad, sigue siendo una expresión dentro del juego político tradicional, manipulado y dirigido por los mismos actores que algunos buscan desafiar.

«Las modificaciones ofrecidas por el Consejo Constitucional, si bien no son las más adecuadas desde mi perspectiva, constituyen un avance que difícilmente podría emanar de nuestro Congreso Nacional al ser parte interesada».

Resulta absurdo pensar que la izquierda no se juega nada en este plebiscito. José Miguel Insulza y Diego Ibáñez han reconocido la importancia que significa para este Gobierno el triunfo del «En contra». Además, la reciente irrupción de la expresidenta Michelle Bachelet, con una participación que ha generado controversia, es una muestra clara de lo mucho que está en juego. Su llamado a votar «En contra» y las críticas que ha recibido por sus declaraciones reflejan la tensión y la importancia de este momento. Bachelet, una figura de alto calibre en la política chilena, no arriesgaría su credibilidad sin una razón de peso.

Por otra parte, hay muchas razones para concluir que al Gobierno le perjudicaría el triunfo del «A favor». Primero, porque este resultado consolidaría en la tradición constitucional chilena elementos que en la Constitución de 1980 fueron novedosos pero que ahora se identificarían como arraigados en nuestra tradición política. Esto incluye aspectos como el orden público económico, la independencia del Banco Central y la garantía de derechos sociales, con un debido énfasis en las libertades individuales que estos conllevan.

Segundo, un triunfo del «A favor» demostraría que la actual oposición, actuando en unidad, tiene más capacidad para encausar grandes procesos que el oficialismo. El Consejo Constitucional no solo fue formalmente superior a la Convención en términos de procedimiento y deliberación, sino que su producto, al recibir un respaldo en las urnas, superaría con creces el fracaso del intento anterior, denominado peyorativamente como «mamarracho».

Por último, las reformas planteadas por el ejecutivo carecerían de todo sentido en el contexto de una nueva Constitución aprobada por la mayoría. ¿Cómo podría el Gobierno seguir insistiendo con propuestas como las cuentas nocionales y fondos comunes de pensiones si nuestra Carta Magna confirma que somos dueños de nuestros ahorros previsionales? Esta situación pondría en evidencia una desconexión entre la agenda gubernamental y los principios recién ratificados por la ciudadanía, generando un dilema político y práctico considerable para el Poder Ejecutivo.

Es comprensible la ira y la indiferencia que ha generado esta continuación del proceso constitucional para una parte de la derecha. El desencanto y la frustración son reacciones naturales ante un panorama político que ha desafiado las expectativas y las convicciones de muchos. Sin embargo, estos sentimientos no deben cegarnos ante el hecho evidente de que el resultado «En contra» en el plebiscito representa una oportunidad significativa para el Gobierno de Gabriel Boric. Lejos de ser un revés, este resultado se perfila como un escenario estratégico que el Gobierno puede aprovechar para cuestionar y poner en tela de juicio una serie de valores políticos que, tras el triunfo del «Rechazo» en 2022, muchos creían consolidados.

Por mi parte, y aunque considero que este proceso estuvo lejos de ser óptimo, valoro el texto constitucional que nos propone el Consejo. Hay aspectos en los que no estoy de acuerdo, como la paridad o el reconocimiento de derechos colectivos indígenas. Sin embargo, también debo reconocer que lo primero está establecido de manera temporal y lo segundo ya forma parte de nuestro ordenamiento jurídico, aunque personalmente no me satisfaga. En cuanto al sistema político, las reformas constitucionales de 2005 y electorales de 2015 han vuelto insostenible el actual régimen presidencial. Las modificaciones ofrecidas por el Consejo Constitucional, si bien no son las más adecuadas desde mi perspectiva, constituyen un avance que difícilmente podría emanar de nuestro Congreso Nacional al ser parte interesada. Por estas y otras razones, voto «A favor» el próximo domingo.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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