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Elecciones en Argentina Publicado en El Líbero, 22.02.2023

Elecciones en Argentina

Argentina inició su año electoral. Si bien las jugadas empezarán a definirse a partir del 24 de junio con la largada de la campaña electoral con vistas a las PASO o primarias abiertas del 13 de agosto, es inevitable referirse al tema como uno de los hitos de la política regional en el 2023. Que las perspectivas para la suerte del país y sus habitantes no sean halagüeñas en ningún escenario, que nadie crea en las alternativas electorales, que la mayoría piense que la situación a la que se ha llegado es un game over y por lo tanto haya bajado bastante los brazos, no quita validez a lo dicho. Argentina elegirá Presidente, gobernadores y representantes al Congreso el próximo 22 de octubre. 

Desde hace casi veinte años, el orden político nacional gira en torno a Cristina Kirchner. Todos, creyentes fanáticos, apóstatas, agnósticos o herejes declarados, han tenido que adaptarse a su presencia en el centro del sistema. Por ello, su decisión de borrarse de las listas de candidatos luego de la condena que le recayera en diciembre pasado tuvo un impacto mucho más fuerte que la propia condena -a seis años entre rejas e inhabilitación vitalicia para desempeñar cargos públicos. Incluso, se sigue especulando con su posible retorno.

¿Está decidida la vicepresidenta a candidatearse nuevamente? Si bien sus asesores creen que le convendría más conformarse con una senaduría que le daría los fueros que necesitará, a los fieles los entusiasma la idea de que la jefa rebobine la historia para hacer resurgir el país de diez o más años atrás. Sueñan con enfrentarse una vez más con el ingeniero Mauricio Macri quien, por su parte, mantiene en estado de alerta a sus simpatizantes al insinuar que le gustaría reanudar la tarea que dejó sin terminar hace poco más de tres años. 

Aún cuando esto no suceda, y nada está cerrado en la Argentina, el kirchnerismo es una de las principales fuerzas para las próximas elecciones y afronta una disyuntiva nada sencilla. Algunos meses atrás, los kirchneristas parecían haberse resignado a una derrota catastrófica en las elecciones venideras, razón por la que soñaban con replegarse en el partido de La Matanza en provincia de Buenos Aires al que consideran baluarte inexpugnable. Sin embargo, de tomarse en serio algunos sondeos recientes, podrían ganar no sólo en tal provincia sino también en el país, aunque no por méritos propios sino por las dudas que muchos sienten en cuanto a la capacidad para gobernar de una oposición dividida. A ello se suman las perspectivas abiertas por la irrupción de Milei que está capturando votos que de otro modo serían de la principal coalición opositora. Y si bien aún puede considerarse poco probable que el Frente de Todos, encabezado, tal vez, por el actual Ministro de Economía Sergio Massa resulte triunfador, está aumentando el riesgo de que termine siendo el recipiente de la caótica situación económica y social que en buena medida ellos mismos han armado en estos veinte años.   

No está de más aclarar que cuando de economía se trata, la actitud mayoritaria de los argentinos es rayana en la esquizofrenia. Con la excepción de los beneficiados por el corporativismo prebendario que existe desde la época colonial, todos saben que, a menos que haya cambios drásticos, la Argentina tal y como la conocemos dejará de ser viable, pero nadie está dispuesto a aportar su cuota de sacrificio. Quizás sea por ello que quienes aspiran a formar un gobierno no tienen otra opción que prometer cambios indoloros que auguren para casi todos, menos para los malos emblemáticos, una pronta mejor situación. 

La resistencia a definirse del grueso de la clase política es comprensible; el país ha entrado en una etapa que amenaza con ser convulsiva y que podría significar el fin de muchas carreras. Vapuleado por un huracán inflacionario, sin dinero ni crédito para conseguir insumos esenciales, el ya débil sector industrial está en graves problemas, mientras que el campo se ha visto perjudicado por una sequía similar a la sufrida cuando Macri estaba en el poder. Sin fondos para repartir, el Gobierno no tiene más opción que la de intentar reducir sigilosamente el desmedido gasto social, lo que está enojando sobremanera a las organizaciones piqueteras que se sienten legítimas recipiendarias de la generosidad interesada oficial.

Por el lado de la oposición, las cosas están apenas mejores. La principal fuerza opositora, Juntos por el Cambio, el PRO del ex Presidente Macri y del actual intendente de Buenos Aires más los históricos radicales, cree merecer el apoyo de una mayoría abrumadora defraudada por la pésima gestión del gobierno. Parecen haber llegado a la conclusión de que el próximo Presidente saldrá forzosamente de la interna de Juntos Por el Cambio, razón por la que están más concentrados en ella que en la suerte del país.

«A juzgar por lo que puede verse en el panorama electoral, tanto en lo que a candidatos, equipos como programas se refiere, el futuro no parece ser tan benévolo para el vecino país cualquiera resulte el escenario ganador el próximo mes de octubre».

Pero aunque es posible que hayan acertado, también lo es que el electorado termine tomando a la coalición opositora por una bolsa de gatos irresponsables tan mezquinos como los kirchneristas, para ponerse a buscar otra alternativa. En efecto, para muchos la oposición ha dejado de convencer a los insatisfechos con el statu quo -es decir, a casi todos- debido a las reyertas internas. Desgraciadamente para Juntos por el Cambio, el rígido calendario político asegura que tales disputas internas continuarán por algunos meses más. 

En parte quizás por ello en los últimos meses, los peronistas están comenzando a pisarles los talones. De consolidarse tales tendencias, un eventual gobierno neomacrista no se verá respaldado por la mayoría abrumadora que, según presidenciables como Horacio Rodríguez Larreta, necesitaría para reconstruir un país en ruinas. Pero también se debe a la presencia del libertario Javier Milei quien ha contribuido a enriquecer el debate político nacional gracias al entusiasmo que le motivan ideas liberales que se toman en serio en otras partes del mundo pero que en la Argentina eran consideradas tan malignas que pocos se animaban a hablar de ellas, con el resultado de que, durante muchos años, los políticos se limitaban a polemizar acerca de los méritos de distintas variantes del populismo y del estatismo. Así, Milei sigue conquistando voluntades en zonas que tanto los peronistas como sus adversarios creían propias. Por ahora, parece poco probable que logre erigirse en un presidenciable, pero de resultar ser muy convulsivos los meses venideros, su futuro será mucho más promisorio.

Hay optimistas que se aferran a la esperanza de que un futuro apocalipsis que la mayoría vislumbra antes o después, marque un punto de inflexión, el momento en que la Argentina comience a liberarse de las taras éticas, políticas y económicas que tanto contribuyeron a la decadencia que la ha llevado al borde de la implosión. A juzgar por lo que puede verse en el panorama electoral, tanto en lo que a candidatos, equipos como programas se refiere, el futuro no parece ser tan benévolo para el vecino país cualquiera resulte el escenario ganador el próximo mes de octubre.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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