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Entrevista a Fengsuo Zhou: sobreviviente de la masacre china de Tiananmen Fundación para el Progreso (FPP) - Junio 2019

Entrevista a Fengsuo Zhou: sobreviviente de la masacre china de Tiananmen

imagen autor Autor: Sascha Hannig

A 30 años de la masacre.

El activista Fengsuo Zhou vive hoy en Estados Unidos, y trabaja en la inauguración del museo de Tiananmen en EEUU, para “darle voz a quienes ya no pueden contar su historia”.

La fotografía del llamado “hombre del tanque”, la de un estudiante anónimo de cara a una fila de acorazados listos para aplastar a los protestantes de Tiananmén, dio la vuelta al mundo en 1989. Esta imagen el ícono de la masacre que, el 4 de junio, llevó a cabo el régimen chino, cobrando la vida de entre cientos y miles de manifestantes, que habían estado unos 50 días protestando en todo China. Los impulsores buscaban, entre otras cosas, un giro democrático a raíz de la muerte de Hu Yaobang, el líder que había intentado crear reformas y que por ello había caído en desgracia.

En aquel entonces, Zhou Fengsuo era estudiante de la universidad de Tsinghua y llegó a estar número cinco en la lista de los sujetos de interés más buscados por el régimen chino.

Como representante de la federación de estudiantes de Tsinghua, articuló el movimiento junto con otros líderes estudiantiles en la capital, teniendo como guía la desobediencia civil pacífica y los valores democráticos “occidentales”. Por sus ideas subversivas fue arrestado por un año, exiliado a una provincia interior. Zhou logró escapar a Estados Unidos en 1995. Para él, “1989 fue el año en que el Partido comunista, empujado por Deng Xiaoping, abandonó definitivamente el camino de la democracia y siguió el de la paranoia, el miedo y el control”.

Hoy, es presidente de Humanitarian China, se dedica a ayudar a los sobrevivientes y a contar una historia que ha quedado totalmente en el olvido del pueblo Chino. Además,  denuncia las actuales violaciones de los Derechos Humanos, la corrupción del régimen y a exponer posibles fraudes financieros por parte de empresas chinas.

Esta entrevista realizada por Sasha Hannig, es parte del proyecto Disidentes, de Fundación para el Progreso que pretende registrar los testimonios de quienes se atreven a sacar la voz frente a sociedades o gobiernos represivos en todo el mundo. El proyecto aúna hasta ahora alrededor de 10 entrevistas y será lanzado oficialmente a fines de 2019.

SH - ¿Cómo llegaste a involucrarte en la política en un país tan hermético como China?

FZ - Nací en los alrededores Xi’an, la antigua capital de China muy famosa por los Guerreros de Terracota. Era hijo de campesinos, lo que significaba que era un ciudadano de segunda clase para el Estado. Creo que de ahí comenzó a surgir mi sensación de injusticia hacia el Partido Comunista. Mi respuesta fue convertirme en el mejor estudiante que podía ser, para lograr romper esa barrera, y así logré entrar a la Universidad de Tsinghua a la licenciatura en física. (…) Como crecí en una ciudad turística, tuve mucho contacto con extranjeros. Así comencé a aprender de su cultura, y por ejemplo, trataba de hablarles del Presidente Lincoln, lo admiraba mucho.

Cuando postulé a la universidad, me arriesgué y le conté al profesor que me entrevistó lo mucho que admiraba a Abraham Lincoln, y cómo me inspiraba. Creo que él realmente lo apreció y tuve suerte de que fuera simpatizante. De hecho, después de la masacre, ese profesor fue uno de los principales críticos de las acciones del régimen. Por eso lo expulsaron de la universidad y lo inhabilitaron a ejercer en cualquier grado del sistema educativo.

SH - ¿Qué impulsó el surgimiento de dicho movimiento?

FZ - Hubo hitos en los años anteriores que nos dieron la valentía para desafiar al gobierno. En 1988 organizamos por primera vez elecciones libres e independientes en nuestra facultad. (…) Pese a que habían disidentes encarcelados como Wei Jingsheng, el ambiente era un poco más abierto y teníamos espacio para conversar sobre las reformas y el rumbo que iba a tomar China, podíamos participar en algunas organizaciones, como el movimiento democrático que inició en la universidad de Beijing, y hubo algunas protestas en pos de la democracia. Estas desencadenaron la injusta remoción  de Hu Yaobang como secretario del partido por su simpatía con dichas ideas democrática. Cuando murió la rabia gatilló el inicio de las manifestaciones de Tiananmen. (…) El movimiento en sí no era ideológico, pero era muy organizado y se masificó muy rápido por toda China. Pese a que duró menos de dos meses, millones de personas participaron de las protestas articuladas por movimientos como la Federación de estudiantes independientes de Beijing. Mucha gente apoyó a los estudiantes y al final personas de todos los orígenes sociales se unió a las protestas. Se convirtió en un ágora para la gente. Solo por unas semanas, los chinos pudieron expresarse, opinar de política por sí mismos… por primera vez en décadas.

SH - Las manifestaciones acabaron con tanques echando gas venenoso y aplastando a los manifestantes. Luego fuiste perseguido como uno criminales más buscados en China, encarcelado y exiliado, pero lograste escapar a Estados Unidos. ¿Cómo cambió eso tu vida?

FZ - Siempre había querido venir a los Estados Unidos. Mientras estaba en prisión, aprovechaba de estudiar para el examen GRE en secreto, me inspiró mucho la declaración de independencia de los Estados Unidos y su democracia. Cuando llegué acá choqué con lo difícil que era vivir en este país, tener una vida decente. Tuve que pedir dinero prestado para ir a la escuela de negocios, tuve trabajar muchísimo porque no llegué por asilo político. Sin embargo, era libre de hablar, de expresarme, de disentir, contar de lo que había pasado en Tiananmen, no hubiera podido hacer nada de eso si me hubiera quedado en China. (…) Entonces decidí comenzar a denunciar las violaciones a los derechos humanos, la oscuridad del régimen y sus inversiones ilegales en el extranjero, como hicimos en el caso de HNA, una empresa China que “donó” sospechosamente una importante cantidad de dinero a una fundación en EEUU, que pertenecía a ciudadanos chinos que invertían. También hemos tratado de promover la exposición de violadores de los derechos humanos para que se les aplique la Acta Magnitsky, la ley que prohibe hacer negocios en EEUU a quienes violan los derechos humanos, aunque hemos tenido grandes problemas para que los sumen a la lista.

En cuanto a Tiananmen, a través de la fundación que creamos: Humanitarian China quisimos ayudar desde aquí a las víctimas de la masacre. A las madres de las víctimas, a los presos políticos tanto en Beijing como en el país, y a las personas que habían caído en desgracia. Recolectamos sus testimonios y les dimos ayuda financiera. A algunos incluso los trajimos a EEUU.

SH - ¿A quiénes?

FZ - Por ejemplo, a Zheng Fang. Él estaba ayudando a los estudiantes a escapar de la plaza cuando atacaron los tanques. En el tumulto, vio a una compañera de la universidad tirada en el suelo. Se había desmayado debido al gas venenoso que habían lanzado los tanques que se aproximaban para aplastarla. Zheng intentó moverla del camino, pero al salvarla el tanque lo alcanzó y le cortó ambas piernas. Es un verdadero héroe. El gobierno quiso que mintiera sobre lo que pasó ese día y él se negó, entonces cayó en desgracia: no lo dejaron graduarse, no lo dejaron tomar trabajos, estaba totalmente aislado, porque así no le podía contar a nadie sobre el ataque de los tanques.

SH - ¿A qué atribuyes que el régimen se esmere tanto en ocultar lo que ocurrió?

FZ - Porque es un régimen autoritario, quieren esconder la corrupción, sus trapos sucios, y mantener el poder sin importar las consecuencias, ese ha sido siempre su objetivo. Entonces se ha creado una complicidad obligada, amnesia de lo que pasó, y muchos de nosotros nos enteramos muchos años después de lo horrible de la masacre. Hay un reporte muy bueno de la periodista Louisa Lim sobre la masacre en Chengdu. Entre 50 y 100 personas murieron, pero nadie, ni sus familias, ni los líderes de la protesta, tenían idea alguna de lo que había pasado, eso es lo que hace la censura.

SH - Has dicho que la gente en China es víctima del lavado de cerebros, ¿Puede relacionarse esto con el nacionalismo y la ausencia de disidencia hoy?

"el régimen ha utilizado internet para crear una distopía que va más allá de lo que Orwell imaginaba en 1984."

FZ - Sí, es una realidad muy triste. La muralla china digital se instaló hace 19 años. Entonces los estudiantes universitarios en China crecieron totalmente bajo su sombra. Cada palabra que leen o sale de sus bocas está filtrada, es parte de una máquina de censura. Es muy triste, se están convirtiendo en máquinas programadas por el gobierno. (…) Se ha perdido la dignidad y la capacidad de pensar, no hay ningún tipo de idea independiente. (…) Como disidentes, éramos muy optimistas sobre la llegada de internet y las redes sociales para empoderar a los opositores en China, pero ha ocurrido lo contrario,  el régimen ha utilizado internet para crear una distopía que va más allá de lo que Orwell imaginaba en 1984.

SH - Se argumenta que dichas medidas son una forma de entregar seguridad y que la filosofía oriental es más colectivista. Xi Jinping se ha rodeado de estudiosos del confucianismo y, al preguntársele al gobierno por estas medidas, la respuesta es: instaurar orden, patriotismo y armonía, como modo de preservar de su historia. ¿Crees que es realmente armonía?

FZ - Todo el mundo sabe que están fingiendo. Es el camuflaje de una ideología represiva y son palabras vacías. Hoy han intentado manipular su imagen y por eso 1989 es tan importante, porque le demuestra al mundo que los chinos sí queremos libertad y democracia, que queremos expresarnos y que tenemos aspiraciones personales.

SH - Pero el gobierno, los representantes y las empresas chinas se presentan como impulsores de economía, socios comerciales y colaboradores para lograr prosperidad mutua. ¿Qué hay detrás de esa cara amistosa?

FZ - La gente cree que China está impulsando la economía de libre mercado. Efectivamente, existe un “mercado”, pero no hay tal cosa como empresa privada en China, nada. Hay que tener claro que las empresas solo se dedican a seguir la voluntad del régimen, y esa es la ley. Entonces, todas las empresas que están haciendo negocios en el extranjero, si se convierten en parte de la estrategia política, van a tener que actuar según las órdenes del gobierno. Es por esto que no podemos tratar a sus negocios, o a la Nueva Ruta de la Seda como “solo comercio” como insisten algunos países. Es un desafío para las democracias.

SH - Alrededor de 30% de las exportaciones de Chile son enviadas a China y uno de los principales protagonistas de la APEC será el régimen. ¿Crees que hay falta de consciencia política sobre la estrategia de China en Latinoamérica?

FZ - Definitivamente. Están tratando con un país muy turbio. Aunque aún son socios y no adversarios políticos, eventualmente China no se va a detener. El objetivo del partido es tener control sobre todas las relaciones del mundo. Ser los ingenieros de la humanidad. No existirán países neutrales.

SH - ¿Qué rol tiene Xi Jinping en todo esto?

"Un régimen que ataca a su propia gente jamás sera fuente de paz para el mundo."

FZ - El representa al sistema, ha demostrado qué tan lejos puede llegar es este país en violar los Derechos Humanos, gracias a su poderosa economía y tecnología. Hace poco se declaró emperador o presidente vitalicio, ha metido a millones de personas en campos de concentración. No solo a los Uighurs, también disidentes. ¡El premio Nobel Liu Xiaobo murió en prisión hace solo dos años! Yo veo una incómoda similitud entre Xi Jinping y Adolf Hitler, antes de la segunda guerra mundial. Un régimen que ataca a su propia gente jamás sera fuente de paz para el mundo.

SH - Has dicho que no podemos ser optimistas sobre el futuro de China debido a Xi Jinping, ¿Cómo ves a China en 20 años?

FZ - Es difícil hacer predicciones. Él seguirá en el poder sin rivales reales, con un séquito de admiradores con el cerebro lavado desde hace 20 años. Si este país sigue el mismo camino que la Alemania Nazi, no creo que haya ninguna forma de detenerlo desde adentro, solo por presiones externas.

SH - ¿Cuál será el hito de estos treinta años desde la masacre?

FZ - Uno de nuestros proyectos más importantes es el museo de Tiananmen que estamos construyendo en Nueva York. Será el segundo en el mundo junto al de Hong Kong que abrirá para el aniversario de los 30 años. Con ese museo, junto con la estatua de la democracia que inauguraremos en Los Ángeles, esperamos poder conservar la tradición de la libertad y la democracia de China, puesto a que no podríamos hacerlo en nuestro propio país. Así que contaremos la verdad y esperamos darle voz a quienes ya no pueden contar su historia.

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